martes, 9 de enero de 2007

¡He conseguido "El Juego de Abalorios"!

Ayer conseguí mi novela favorita. Libro, por demás, raro de conseguir en este pequeño país.

Personajes involucrados: cuatro miembros de Libertad Bajo Palabra.

Perfil de los involucrados:

Esteban: 23, narrador de estos simples mas no irrelevantes hechos.

Pamela, 19 años de edad, una las mejores amigas que he tenido, única chica permanente de nuestro taller.

Mario, de 17, un chico que sencillamente es un G-E-N-I-O.

Diego, 23, que es como mi hermano espiritual.

Situación germinal: tras no encontrar a Diego y Mario a lo hora convenida frente a Wendy’s (no, no pensábamos comer ahí), Esteban le sugiere a Pamela que entren a la Librería Internacional de Avenida Central, donde dos minutos después son interceptados por sus dos compañeros entrantes.

Devenir de la compra: Imagínese el cuadro de cuatro poetas hiperactivos y medio gritones en una librería. En medio de esto, Diego le pregunta a Esteban:

- Mae, ¿se va a comprar algo?

- No creo… Sólo me llevaría “El juego de abalorios” de Hesse si hubiera una edición que costara menos de 9.000 colones. Pero sé que eso no va a pasar.

- Ahhh… ¿Por qué ese en especial?

- Porque ninguna novela me ha llenado tanto como ésa en mi vida. Sabés que soy fan de Hesse, pero entre todo lo de él no hay nada que me parezca más bello que ese libro.

- Ya veo.

Bien, pues damos vueltas por la librería, me voy con Pame a ver la sección de arte, luego con Mario y Diego a ver la de literatura latinoamericana y contemporánea. Cuando me voy a la de libros en inglés, solo, escucho de pronto:

- ¡Ramírez! Mire lo que está aquí…

- ¿Qué?

- “El juego de abalorios”, mae… a 8.900.

Se me pusieron los ojos redondos y me fui como un bebé hacia su madre en dirección al libro. Una vez adquirido esta rara pieza bibliográfica, nos pusimos a criticar casi a gritos la mediocridad de Openheimmer, Coelho, y otras bagatelas seudointelectuales o seudoliterarias – evidentemente, las piezas de la región de los libros más vendidos. Así que, cuando percibimos la cara molesta de los vendedores de la librería, nos autohechamos para evitar molestias.

No importaba. No había hombre más feliz en San José mientras yo estaba casi dando brinquitos con el libro recién comprado entre mis manos, al lado de tres personas que entendían mi casi histeria por la adquisición. Además, ya en casa, me puse a practicar la pronunciación del nombre del la novela en alemán: “Das Glasperlenspiel”; me encanta como suena. Para mí ya la noche era más que buena; pero, por suerte, a los cuatro personajes de esta veraz historia les dio mucho más que eso.

Y bueno, esta es una de esas pequeñeces que me iluminan la vida.

lunes, 8 de enero de 2007

Back to daily's routine.

Pues bien, hoy regresé al brete. Todo tan igual, creo que yo distinto. La gente maravillosa tan buena como siempre.
Es bueno estar acá, pero tras estos día entrenándome en el sacrosanto y ancestral arte de la vegetación humana, pues se complica un tanto recuperar el ritmo.

Veremos qué depara la semana. Cambio y fuera.