jueves, 4 de enero de 2007

Guitarras, animé y fraternidad

Esta Navidad recién pasada, tenía ante mí la alternativa de adquirir por fin un teléfono celular, o lo que yo quería de verdad regalarme: una guitarra. Asesorado por mi hermano Eduardo, que lleva ya más de dos años tocando, adquirí una electroacústica de color negro que me tiene encantado.

Junto con la largamente ansiada oportunidad de ejecutar al fin música, esta adquisición me permitió otro beneficio: tender un puente para estrechar mi relación con mi hermano Eduardo, de 18 años de edad. Esto me tiene contento: necesitaba integrarlo más a mi vida, yo quería hacerlo. Bien que mal, él es el centro exacto de nuestro grupo de cinco hermanos, posición compleja de por sí. Además, siempre me ha nacido el ser en verdad amigo de mis hermanos, y con él no lo estaba logrando desde hace tiempo ya.

Pero un día como hoy, entre guitarras y más episodios de Cowboy Bebop (animé ultra-excelente que le recomendaría a cualquiera) nuestras conversaciones fueron muy ricas. Fue un día para gozar del descanso de estos día de vacación y estrechar lazos. Bien que mal, la relación que tenemos con nuestros hermanos son usualmente las más largas en nuestras vidas. Y en este caso, de verdad quiero ganar a este amigo de por vida.

De nuevo: ¡vean Cowboy Bebop y Samurai Champloo! Son toda una experiencia de entretenimiento y arte.

Bueno, hasta pronto.

Aprender a despedirse

“Creo que hay gente que aparece en nuestra vida y cuya función es darnos su luz sólo por un instante, para luego irse y que trabajemos su legado”.

Le dije eso a una amiga extranjera la noche del anterior 26 de diciembre. Misma noche en la que, ambos lo sabíamos, nos veíamos por última vez. Mucho dialogamos sobre las dificultades a la hora de decir adiós –pese a que toda relación humana implique esto desde su mismo inicio-, y sobre el balance entre no arriesgarse a hacer ciertas cosas para luego preguntarse cómo pudieron haber sido, versus el arriesgarse y saber cómo fueron, acaben como acaben. Indirectamente, hablábamos sobre nuestras respectivas situaciones. En el fondo, creo, sobre la existencia como un todo.

Ahora ella se ha ido de vuelta a su tierra, en Europa Central. Mucho me hubiera gustado saber decirle y vivir a su lado varias experiencias, pero nuestras decisiones decidieron otro rumbo de cosas a lo largo del tiempo. Y, tras la incertidumbre y el dolor iniciales que para mí acompañaron su partida, comencé a preguntarme qué quería decirme mi vida y mi experiencia a través de esto.

Ayer, 3 de enero, mi amigo-hermano-menor-adoptivo Mario me llamó para darme la noticia de que parte para Argentina dentro de dos meses, becado para realizar sus estudios superiores en la Universidad de Buenos Aires. Está lleno de dolor por una situación personal que debe resolver, pero por otro lado sabe mejor que nadie que es algo que no toca a la puerta dos veces en una vida. Él sabe, yo sé, que lo mejor es que se vaya. Pero por un lado, uno no quiere. Es la segunda vez en menos de dos semanas en la que siento que lo mejor para alguien a quien quiero es que se vaya, hacia una situación que requiere que me habitúe a mirar de lejos su crecimiento, cuando yo quería estar ahí, cerca y constante, para crecer con ellos.

Pero me doy cuenta, con esto, que si este año es lo que espero que sea (un tiempo de enorme crecimiento, de cambios más profundos y duraderos, de proyectos naciendo y realizándose) TENGO que aprender a despedirme de muchas cosas. Incluyéndome.

Digo con ello que, como he tenido que hacerlo en otras ocasiones –no sin dificultad- estoy seguro de que un paso necesario en este año será el dejarme morir de nuevo. Quebrar mi ser nuevamente para rearmarme como mejor pueda. Estoy seguro de que, a la luz de mis vivencias, no será tan duro como las anteriores. Pero no tendrá consecuencias menos hondas.

En fin, sólo añado una reflexión a esto: al ver cómo seres a lo que amas se van lejos, te das cuenta de lo valioso que es saber expresarles a tiempo cuánto les quieres y necesitas, decirles cuando les tienes cerca cuánta luz y vida te han dado. Porque eso, eso, es lo mejor de vos que se llevarán consigo aunque su destino les llame desde el otro lado del mundo.

Acerca del final de 2006

Ha concluido uno de los años que, lo sé bien, recordaré luego como de los más decisivos de mi vida, junto con 2001 ó 1998. Lo cierto es que cerré con calma una traslación llena de cambios entre lo vertiginoso y la intensa suavidad de lo inevitable.

Destaco de estos días, desde la última entrada, el hecho de que estuve “viviendo solo” durante una semana. Ha sido una experiencia riquísima.

Una de mis mejores amigas es una excelente pianista. Su pareja es un excelente muchacho argentino. Ambos, con el fin de año, se iban para Honduras a pasar las Fiestas con la familia de ella, que vive allá. Y, ante la necesidad de sentirse más seguros durante su ausencia, me pidieron que cuidara del departamento, y de su gata.

Acepté no sin una reticencia inicial. Mi visión de lo que serían esos últimos días me ubicaba reuniéndome con varios amigos que no he visto desde hace tiempo, todos en el sector de Heredia. Aceptar me mandaba a Curridabat.

Llegué allí el 25 de diciembre por la tarde, para hallar que la vecina de mi amiga que tenía las llaves del apartamento al que yo iba, no estaba. Fue leer a Sábato y esperar mientras el sol se ponía mientras la mujer a la que llamé –quizás con tono demandante- llegaba desde la fiesta de la que le saqué.

Una vez dentro del apartamento, y durante los siguientes días, experimenté con cosas interesantes, como tratar de apropiarse de un espacio, habituarme a la no-presencia de mis muchos hermanos y el realizar con éxito (en esto se muestra la final victoria de mi madre) todas la labores domésticas, cocinar y los cuidados de una gata consentida que al final me cayó malísimo.

Por otra parte, recibí huéspedes dos noches de las siete que pasé ahí… Fue gratificante. Pese a que en casa no se nos ha enseñado a ser muy hospitalarios, estoy seguro de que cuando me toque hacer vida por mi cuenta es algo en lo que me sentiría muy bien.

Pero, en medio de esto, se han dado algunas cosas que me han motivado a pensar mucho sobre mi vida y el destino. Pero de eso da cuenta el próximo entry.