viernes, 4 de mayo de 2007

La Reconstrucción del Refugio II – La noche que ha sido

¿Cómo es el rostro del hombre que muere mientras me contemplo en el espejo? Yo sé que es así: yo no hallo motivo para salir respirando del baño mientras otro trata inútilmente de inhalar sólo una vez más, no dejar atrás ni rostros ni recuerdos, mientras la nada devora su mente y la carne no responde. ¿Y para qué? ¿Por qué Él, Yo o cualquiera? Yo que le temo a los recuerdos y odio los rostros (signo claro de mi pavor que paraliza) sólo me digo algo que no interpreto ni de mis ojos ni del sabor del vómito reciente cómo ni dónde ni quién, aunque todo me espere sé que igual ausente y que esta carne, la mía, responderá tarde a una fuerza ajena porque de tiempo atrás mi supuesto ser se desentiende. ¿Dónde, dónde? No sé si será eterna esta sordera de mis manos ante la carne ajena, anhelo terrorífico del placer que me hundirá más en las sábanas de profundidad indefinida y color ceguera. Así. Entre tanto él expira y las lágrimas no responden. Somos idénticos ¿Para qué él, o vos, cualquiera?

martes, 1 de mayo de 2007

En el autobús.

En mi pecho el hoyo roído por la incertidumbre.

En la sangre el anuncio certero del horror que viene.

Carne que tiembla al despertar en las tinieblas

odiar la luz hasta el rincón en que la piel

se desvanece entre humo respirado y minutos muertos.

Mañana no pienso resucitar.