miércoles, 23 de mayo de 2007

CUENTO PARA IRSE A DORMIR

Cuento para irse a dormir

Esta noche le teme a los duendes. Ha escuchado demasiadas historias. Montaña abajo, mira hacia atrás constantemente aunque es sólo niebla, como adelante. Toma cada tanto un sorbo de alivio de su botella inquieta.

Una vez en casa le abren la puerta pese a que no debería haber nadie adentro. Dos pasos, la sala se vuelve borrosa mientras manos diminutas destrozan su cuello entre risas que parecen de niño. El resto de ellos canta al compás del cuerpo que cae con estruendo pero deja rápidamente de temblar y quejarse.

Decepción general. Nada por hacer, habrá que seguir buscando aunque duren cada vez menos.

Crónica de dos días intrascendentes que, sin embargo, destaco (II).

Sábado 19 de mayo. Balance: promotor del autoencuentro por confirmación y contraste.

Me levanté temprano la primera vez, luego dormité y ya se había hecho tarde. Debo reconocer que me da mucho coraje levantarme a la primera, pese a que casi nunca recuerdo mis sueños sé que es un mundo en el que no me faltan ni aventuras ni retos. Y volver al frío, a la cara ojerosa que te recibe en el espejo, el ritual para despojarse higiénicamente del conjunto de asquerosidades ancestrales que en realidad soy al natural, tanto o quizá menos oloroso/pegajoso que cualquiera, incluido usted, querido lector.

El desayuno es abundante, es bueno esto de ser el fantasma que ronda tu hogar, pica el refrigerador y el horno y las ollas y se encarga de que haya un poco menos de todo, todos lo notan pero que es necesario que te comás, puesto que caso contrario es esa miseria de comida que se echó a perder y pero qué barbaridad, ven les dije que debieron dejar que yo me lo comiera.

Me voy a San José otra vez, mi hermano Diego Mora a la espera en la parada de Tejarcillos porque he llegado tarde de nuevo, los treinta minutos de rigor innegociables, es divertido esto de ser tan puntual con el tiempo que te retrasás. Una vez en el bus, comentamos de la vida, es la última sesión con esta familia que ha sido una maravilla y nos ha permitido ser el primer subgrupo en terminar su práctica de psicoterapia familiar sistémica, cum laude casi.

En la casa de los Fuentes (sí, el apellido de su madre, la que está) estoy seguro de que nos sentimos bien por el hecho de ser humanos. Una familia humilde, pero hecha de puro empeño y fuerza, ganas de cambiar, dura lucha que sin embargo no cede ante la amargura posible dentro de su mundo. Ellos son más que eso, y tras de un cierre de proceso en el cual nos han reiterado su fuerza, Diego y yo jugamos Play Station con los anfitriones, bueno al menos con Sergio, Ingrid y Yader, que mucho nos habían pedido que nos dedicáramos a ello desde hace algún tiempo.

El orgullo de vuelta a la ciudad, esto ha salido demasiado y pese al persistente vacío, que ahora sé necesitar más que nunca, nos dejamos volver a la ciudad, Diego se va Coronado y yo voy en busca de un almuerzo de promoción en uno de tantos restaurante con nombre inglés. Una vez dentro un par de cientos de personas, entrar salir ordenar pagar recibir sírvase su refresco le agrando el combo creo que hay campo en la segunda planta, todo tan mecánico, el trato, los besos de las parejas, las conversaciones de las amigas. Estos es alienación pura, nos digo, de verdad somos como las ovejas del metro en la escena inicial de los Tiempos Modernos de Chaplin, lo mismo con el televisor gigante al cual se quedan pegados todos aquellos que ya no tienen de qué hablar (tan demasiados como de costumbre) viendo las tetas de la modelo VM Latino o al cantante de moda según género y preferencia, pero yo prefiero desconectarme y comerme mi alienación con picante suave y el queso tan bueno como siempre.

Una vez fuera me digo que tengo quince minutos para llegar a taller literario, primera vez en seis semanas, algo entre las ganas y la desazón de saber que voy para reiterar que no soy pese a ser y reconocer que ya pronto quién sabe, pero hoy quiero verles a todos, pero no tengo prisa.

Por eso la caminata fue vida en su más pura expresión dentro de mis huesos, camino de quince en cincuenta que fueron como todas las horas que faltaron por meses. Caminos siempre conocidos que esta vez para mí fueron secretos, si tiempo.

Entonces nos decía: “¿Por qué es necesario siempre llegar a alguna parte? ¿Qué la vida no puede ser sólo esto, camino, descubrir y dejarse?”

Escribí entonces, apenas entrando a la Casa Figueres Ferrer, lo que mañana aparecerá como Ëidolon III, sé que no tiene el menor mérito literario pero qué se la va a hacer, casi nada de lo mío lo tiene.Una vez treinta minutos tarde en el taller (treinta, treinta…) en el taller una dinámica tan conocida como poco emocionante, aunque me sentí más dueño de mí mismo al presentar las críticas, lo cual supongo nunca es malo. Mis criterios estéticos han cambiado, creo que me he vuelto más estricto. Eso me gusta, es justo lo que buscaba para así comenzar a granjearme enemigos y antipatías, así como la honestidad de los que me soporten.

Fuera del Taller hacia el Bar Buenos Aires, las mesas del lado risas y anécdotas mientras una amiga en una pura histeria mientras me narra su infucionamiento de pareja que en el fondo preví y tampoco me importa, al menos en esta conversación no me siento tan ajeno como podría estarlo en la otra.

De ahí a pie al Teatro Nacional, Inauguración del VI Festival Internacional de Poesía, acontecimiento del cual no daré cuenta puesto que de ello es capaz cualquiera que ella haya estado con los ojos viendo y los oídos escuchando, cosa que muchos de los que aplaudieron acaloradamente al parecer no hicieron cuando más hacía falta.

Luego dejar a mi amiga con sus histerias y mi contrahisteria poco convencida en la parada de su autobús, es curioso ver cómo te usan y vos te dejás aunque sea sólo un utilitarismo con base en palabras y la fe en la presencia, apesta pero es todo lo que a menudo tenemos. Pero para otros es la vida. Yo me confirmo de camino al Bar Acapulco, donde se me espera, que en este momento ni siquiera pretendo pretender que pretendo pretender con nadie, de verdad la decepción es grande, en verdad sé que casi nadie recibiría bien la honestidad que estoy dispuesto a dar, problema de ser portador de un afecto que para tantas sería apenas un estorbo o una incomodidad, pero está bien, bien como Bagdad esta noche o el mendigo que me saca de mis pensamientos con su candela casi extinta en medio de una estrella de David dibujada con tiza casi llegando a la Avenida Central. Bah…

En el bar el tiempo fue más lento, más len-to, mma-á-s… Pero mis fuerzas no eran para mí, ni mi atención para las anécdotas enésimamente idénticas de mis dos amigos que trataban de actualizar a punta de bañazos sus biografías con la invitada de la noche, pareja recién de mi querido herDmano. Me concentro hoy en la voz de Ilama que me habla de profunda tristeza y deseos de cambio, yo debatiendo entre la ira y la suspicacia y la fe y la solidaridad, pero todas en lucha con la fatiga que lenta me arrebataba y me sacó a las 11:45 p.m, para llegar a Heredia a saltos entre sueños esporádicos en el bus o el taxi, impidiéndome una lucidez de telaraña el colapsar del todo donde menos debía, que era en cualquier parte.

Apenas entré, arrastré entre los dientes un saludo para mis hermano que miraban TV aún en la sala y nada supe de mí hasta que un grito de mi padre regañando a mi hermana menor me confirmó que ya era domingo pasadas las diez de la mañana.

Mientras me duchaba en el ritual descrito en el primer párrafo (esa condición es también la suya, querido lector) me di cuenta que en el devenir de este día cada pequeño paso me fortaleció por dentro: entre logros, gustos, disgustos, escuchas, cada cosa me dijo: “esto es lo que has sido, lo mejor que tenés”. Y sonreí para nosotros, dando paso a la alegría que hasta hoy me acompaña y que hizo de la visita a casa de Eduardo Ferrer (con Selene, Marcel, Angélica, Farinelli il Castrato, Psicosis, Zizek, Les Luthiers y damas chinas) una tarde sencilla e inolvidable, tal como cada cosa que vale la pena realmente de ser vivida.

domingo, 20 de mayo de 2007

Crónica de dos días intrascendentes que, sin embargo, destaco (I).

Viernes 18. Balance: perfecto en su simplicidad.

A las 8.45 am partimos de San José a la Uruca para entrevistar a publicista del COSEVI, Jamiroquai me hace el camino a la capital en principio tolerable, luego casi bello. En el bus mi buen hermano y yo nos contamos acerca de cómo hemos, primero de mis dudas de la realidad y si de este mundo y esta vida de verdad merecen algo de mi parte, acaso los amigos no son seres que se imaginan mutuamente para demostrar que la soledad también es ficción hasta llegar al punto de que no se sabe cuál de los dos inventó al otro, pero ya no importa así como no importa si el mendigo o el presidente de la república también son delirios colectivos.

Luego nos confiamos profundos secretos que nos angustian, el que me ha hecho la vida tan extraña estos días y el que le ha pesado desde hace tanto, descubro que el mío tiene años de peso que le han intolerable, casi psicotizante. Mucho discutimos, buscamos respuestas, descubrimos de nosotros y entre nosotros hasta que llega el funcionario, aún presente la seducción de las secretarias hacia nosotros en la entrada del edificio, quizá el mundo sea un enorme trastorno histriónico nos digo. Aprender a nadar es cuestión de instinto es la metáfora, nos digo.

La entrevista éxito total: dos funcionarios, ya no habrá que volver, la información es casi demasiada, bastante para nuestro nuevo informe. Alivio para el retorno al humo pestilente, más relajado ambos buscamos líneas de celular que no hallaremos en varios locales de la ciudad, luego el CENAC, we are offering good jobs to young people with leadership and english spoken, level of 90% or more is a must, él se va sin entregar currículum y yo observo que de verdad no quiero, debo salvar mi actual empleo. De vuelta al centro, él quiere ir a casa yo me voy para San Pedro, en Librería selecciono ocho libros para llevarme tres, bien conmigo Borges y el regalo de cumpleaños de mi hermanita.

Voy por pizza a la Calle de la Amargura, llueve mucho, mejor me voy al Internet con el que me inicié, hallo info interesante Enjoy the Silence puede ser un extraño tango pero bien bailado, bien, bien, más videos a mi avidez de imágenes como si todo fuera a verlo más de una vez, bajo tras hora y 34 a local cercano compro sándwich enorme y bueno, algo difícil de masticar mientras veo en catálogo actividades culturales, de verdad hay demasiado para ser visto pero si todo lo viera ya no querría ver nada, noto que quizás no somos omniscientes ni omnipresentes para no quedarnos ciegos, Dios en verdad ha de estar ciego, allí por qué tan eficaz su vigilancia.

Me voy a la Alianza Francesa, cuatro y cuarto, Carlos Roedel me pregunta yo hablo de las bondades del You Tube o Wikipedia, luego de lo mal que anda el Museo sí que sí, fatal, vaya cómo ha decaído, se me grabaran estaría despedido y resulta gracioso.

En la Alianza Francesa sólo Sendoshi y yo, la película del cineasta más viejo del mundo es una verdadera mierda. Una cerveza alemana y se habla por la estación al Atlántico, de vuelta a casa en Heredia, será mi vida de verdad tan bizarra por pasar por tres religiones antes de llegar a ateo en 23 años, discutimos por la imbecilidad del Papa-pedazo nazi de mierda, ¿cómo que el cristianismo no se impuso por la fuerza en América? Cristo será el salvador silencioso de culo fascista, cerdo Palpatine hijo de la gran puta (con perdón de todos menos para él)- la eutanasia estamos de acuerdo, el aborto es complejo, es divertido esto de que se te queden viendo en el bus como a un bicho molesto, bichos molestos somos todos les diría, recuerden que por eso el tiempo nos aplasta a todos y a nuestras obra y a nuestros hijos con su suela de olvido irremediable.

De pronto que si la pena de muerte, pero estúpido Spiderman por no ligarse a Felicia/Black Cat, pero bueno, Mary Jane es mejor que Gwen aunque sea una tonta, hay que aprender de Wolverine que no lo pensó para quedarse con Jean Grey una vez muerto Scott Sommers, gracias Apocalipsis, risas, ¿cómo demonios pasamos a esto?.

De vuelta a casa un poco de Borges, todo está pasando precisamente aquí y ahora, desde hace años lo sé y antes de dormirme me digo, a él tampoco le sirvió de nada saberlo, está tan muerto como yo lo estaré pero quién sabe, tal vez él sí pudo hallar esa eternidad que yo ya no espero.