domingo, 3 de junio de 2007

Año Nuevo, ¿vida nueva?

Pese a que no me considero más egocéntrico que la mayoría, hay un detalle en el cual sí lo soy bastante: yo no cuento los años de enero a enero, sino de junio a junio, del día tres de dicho mes al siguiente. Para mí, los años empiezan y terminan con el aniversario de mi nacimiento, en todo sentido.


Pues bien, hoy es el año nuevo de Alonso Ramírez y el balance es incierto, pese a que mi cuerpo y mi intuición dicen que es positivo. Eso, a pesar de que gasté dinero a lo estúpido, pequé más que en mis veintidós años anteriores y también me he equivocado a lo grande en prácticamente todas las áreas de mi vida.

Pero ha sido un año de tanto aprendizaje, de fuerza vital. Abrí por primera vez mis brazos a ese mundo que antes sólo deploraba con fervor, y pude ver claramente los distintos rostros del hombre, desde la santidad hasta la más honda degradación. Y he logrado ver, con claridad, que lo más bello de nuestra especie es lo que la condena a la desdicha, que nuestra mayor gloria habita y se alimenta de lo mismo que nos condena.

Nunca he sido tan consciente de la futilidad de todo. Mi dios nunca ha estado más muerto. Siento la fragilidad de todo, he padecido al mundo con pasión, he odiado como nunca. He logrado, en medio de esto, entender de qué trata realmente el amor.

Estoy más lejos que nunca de la respuesta de mis preguntas fundamentales: ¿es de verdad esta vida todo lo que hay? ¿de qué trata esto de ser humano? El saberlo, por primera vez, nutre todos y cada uno de mis aspiraciones y proyectos.