jueves, 4 de enero de 2007

Guitarras, animé y fraternidad

Esta Navidad recién pasada, tenía ante mí la alternativa de adquirir por fin un teléfono celular, o lo que yo quería de verdad regalarme: una guitarra. Asesorado por mi hermano Eduardo, que lleva ya más de dos años tocando, adquirí una electroacústica de color negro que me tiene encantado.

Junto con la largamente ansiada oportunidad de ejecutar al fin música, esta adquisición me permitió otro beneficio: tender un puente para estrechar mi relación con mi hermano Eduardo, de 18 años de edad. Esto me tiene contento: necesitaba integrarlo más a mi vida, yo quería hacerlo. Bien que mal, él es el centro exacto de nuestro grupo de cinco hermanos, posición compleja de por sí. Además, siempre me ha nacido el ser en verdad amigo de mis hermanos, y con él no lo estaba logrando desde hace tiempo ya.

Pero un día como hoy, entre guitarras y más episodios de Cowboy Bebop (animé ultra-excelente que le recomendaría a cualquiera) nuestras conversaciones fueron muy ricas. Fue un día para gozar del descanso de estos día de vacación y estrechar lazos. Bien que mal, la relación que tenemos con nuestros hermanos son usualmente las más largas en nuestras vidas. Y en este caso, de verdad quiero ganar a este amigo de por vida.

De nuevo: ¡vean Cowboy Bebop y Samurai Champloo! Son toda una experiencia de entretenimiento y arte.

Bueno, hasta pronto.

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