jueves, 18 de enero de 2007

Lo que deja el Informe sobre ciegos

Creo que, como la mayoría de los que ha leído con de media a mucha seriedad el Informe sobre ciegos de Ernesto Sábato, me hallo inmerso en medio de una serie de reflexiones de orden existencial, pero aún más dentro de un fuego inquieto y crepitante de intuiciones no pronunciables acerca de mi propia existencia.

Y es que me consumen, como si ante mí se hallara esperando por decisión del devenir completo del mundo.

Como si todo lo que he sido/pasado estuviera hablándome a gritos en una lengua que desconozco, mientras que el futuro, lo voy a ser/hacer, se posara como un ave gigante ante mí, pero es tan inédito que no puedo verle pese a la salud de mis ojos.

Sí: ahora me ocupa el problema del destino. Estoy al borde de afirmar de nuevo que todo pasa por un motivo, aceptando así la existencia de una supravoluntad que guía una máquina determinista donde toda decisión es ilusoria. Pero a la vez quiero seguir probando mi creencia reciente en que somos de algún modo en verdad libres, pese a que eso es aceptar la pequeñez de mi voluntad ante el devenir caótico e inconmensurable de un universo autorregulado en dirección hacia su muerte.

Algo como decir que mi ser y quehacer, al final, son como la hoja que trata de oponer resistencia ante la tormenta que la arrancó de su rama.

No hay comentarios.: